Trece historias de libertad en el Museo Nacional

October 24, 2025

Directivos del Inpec en compañia de Brian Alexander Díaz Omaña, ganador del Primer Lugar en el VIII Salón BAT
Directivos del Inpec en compañia de Brian Alexander Díaz Omaña, ganador del Primer Lugar en el VIII Salón BAT

El reloj aún no marcaba la hora de inicio y el Auditorio Teresa Cuervo Borda del Museo Nacional ya estaba lleno. Expectación, orgullo y emoción se entrelazaban entre los asistentes que aguardaban la premiación del VIII Salón BAT de Arte Popular Colombia Diversidad Cultural y Natural. En el escenario, una gran pantalla proyectaba las obras homenajeadas; cada imagen conmovía profundamente a sus creadores y en especial a aquellos que ven en estos reconocimientos nuevas oportunidades de vida, a través del arte que ha germinado en quienes un día perdieron la libertad, pero nunca la capacidad de soñar.

Trece personas privadas de la libertad, hombres que han aprendido a transformar su historia a través del color, la forma y la materia, expusieron sus obras en este emblemático espacio de la cultura nacional. Entre las 155 piezas exhibidas, sus creaciones resaltaron por la fuerza simbólica, la técnica y la emotividad que las atraviesa.

Durante más de un año, el proceso de selección reunió cerca de 1.900 propuestas de artistas empíricos de todo el país. De ellas, 64 fueron enviadas por INPEC y 13 lograron llegar a la gran muestra en el Museo Nacional, tras superar rigurosas fases regionales donde jurados y público reconocieron la potencia creativa que florece tras los muros de las cárceles.

Tres de estos artistas fueron galardonados: Brian Alexander Díaz Omaña, autor de Diversidad inmarcesible, obtuvo el primer lugar y una bonificación económica, además del reconocimiento público por una obra avaluada en ocho millones de pesos. César Augusto Rueda Rincón, con El vuelo de las tortugas, y Sergio Raúl Delgado Segura, con Diversidad cultural y natural de la cárcel Colombia, recibieron menciones honoríficas, destacando la profundidad simbólica y la minuciosa técnica que caracteriza sus trabajos.

Cada pieza fue creada con materiales diversos —arcilla, óleo, madera, piedra, elementos reciclables, murales y vitrales—, demostrando que el arte no necesita lujos, solo convicción. En los establecimientos de reclusión, cada alma se refugia en lo que puede ayudarle a escapar de su dura realidad, llevando a sus autores al extremo de la creatividad, obligándolos a crear con escasos recursos y circunstancias adversas; es allí en donde la pintura y la escultura se convierten en actos de introspección y reconciliación, en lenguajes de redención donde cada trazo cuenta una historia de transformación.

La cultura tiene el poder de humanizar y construir nuevos caminos de libertad, las personas privadas de la libertad, han encontrado en el arte un medio para expresar su identidad, construir su historia y proyectar su futuro”, expresó la Directora Nacional de Atención y Tratamiento, Doctora Claudia Patricia Andrade González, durante la ceremonia.

El público, conmovido, aplaudió de pie. Detrás de cada obra no solo hay talento, hay resiliencia. Esas manos que alguna vez sostuvieron barrotes hoy moldean esperanza. En el Museo Nacional, que en sus inicios fue un lugar de reclusión, irónicamente hoy abre sus puertas a quienes estuvieron en prisión, los muros que antes separaban hoy se convierten en vitrinas de libertad. Porque cuando el arte toca el alma, no hay celda que pueda contenerlo.

 

LJRS

Última fecha de actualización: sábado, 1 de noviembre de 2025

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